Desarrollo del sentido del gusto en el bebé
Sabiendo que existe una relación directa entre la alimentación y la salud, ahora deseamos que llegue el día en que nuestros hijos coman de todo y lo hagan con gusto. Y hablando de gusto, ¿cómo se forma el sentido gustativo? Conocemos la lactancia, la diversificación alimenticia, pero... ¿y antes? ¿Tendrá la alimentación de la mamá durante su embarazo incidencia sobre los gustos del recién nacido? Estas preguntas apasionan tanto a padres como a investigadores.
Funcionamiento de las papilas gustativas
La verdad es que cuesta creer que un minúsculo feto de 19 cm pueda ser capaz de diferenciar entre una tortilla de patatas y un plato de lentejas. Pues bien futuras mamás, alguien tenía que decíroslo: las papilas gustativas del feto se encuentran funcionales a partir de su tercer mes de embarazo. Sus sentidos se desarrollan en primer lugar en tu barriga, empezando por el tacto, seguido del olfato y el gusto y, después, la audición. Equipado con 7000 botones gustativos, cuando el bebé nace es todo un campeón degustador, con una enorme ventaja sobre su abuela, que solamente conserva en torno a 2000.
¿Y cómo funciona el sentido del gusto? La lengua cuenta con 3000 papilas gustativas. Debemos decir que las papilas gustativas no perciben los sabores directamente, sino que protegen los botones gustativos y sus células sensoriales. Estas células sensoriales son las encargadas de transmitir al cerebro los mensajes sobre las características de los alimentos ingeridos (temperatura, amargor, etc...).
El sabor preferido del feto
A decir verdad, y a pesar de que el bebé haya desarrollado ya múltiples competencias en el vientre de su madre, no nos parece que sea fácil realizar un sondeo en una muestra representativa de fetos que nos permita concluir cuáles son sus sabores favoritos.
Lo que han hecho los investigadores es inyectar sacarosa a través del vientre de la madre y en otra ocasión inyectar una solución amarga, ante lo que pudieron observar que el bebé tragaba una mayor cantidad de líquido amniótico en el primer caso que en el segundo. Esta observación les llevó a concluir que el feto prefiere sabores dulces a sabores amargos.
Y el mismo fenómeno se ha verificado en el recién nacido. Jacob Steiner, fisiólogo, ha elaborado una técnica de tests gustofaciales que consiste en observar los gestos del bebé cuando se le da agua neutra, agua azucarada, zumo de limón y quinina. La hipótesis se ha comprobado en miles de bebés y la conclusión es que no hay reacción al agua neutra, hay gestos de satisfacción ante el agua dulce, los labios se cierran ante el zumo de limón y se coloca la lengua fuera ante el sabor amargo.
Para algunos científicos, la aversión del feto al sabor amargo estaría derivado de una estrategia ancestral de supervivencia ya que en la naturaleza las sustancias amargas, por lo general, son tóxicas. Por el contrario la leche materna está ligeramente azucarada, de forma que lo ideal es que el bebé se vea atraído por este tipo de sabores.
Influencias de la mamá embarazada sobre el gusto del bebé
¿Existe la posibilidad de que podamos evitar el rechazo a las legumbres del bebé hasta sus dos años? Dicho de otra forma, ¿es posible que si comemos durante el embarazo una dieta diversificada, el niño coma de todo cuando crezca?
Mientras se encuentra en el vientre materno, el bebé recibe su alimentación a través del cordón umbilical y bebe líquido amniótico de manera regular. Los sabores por su parte atraviesan la placenta y alteran el gusto del líquido amniótico, y lo cierto es que se conocen 490 ingredientes capaces de aportar olor y sabor.
Benoist Schaal, director del Centro Europeo de Ciencias del Gusto, concluye que "podemos decir claramente que el niño comparte la comida de su madre. Cuando más amplios sean sus gustos alimenticios, mayor será la probabilidad de que el niño muestre una mayor curiosidad por los nuevos alimentos después de nacer, aunque esto debe aún ser demostrado".
Y las actuales investigaciones de Benoist Schaal se dedican precisamente a demostrar esta hipótesis. En uno de sus experimentos pidió a 24 mujeres embarazadas consumir caramelos de anís de manera regular durante las últimas dos semanas de embarazo. Tras el nacimiento, los bebés muestran su preferencia por un paño impregnado de anís frente a otro paño con un olor diferente. De todas formas cabe pensar que estas preferencias del bebé podrán ser muy susceptibles de alteraciones tras el nacimiento, en función de su experiencias alimentarias.
Así que podemos decir que los investigadores no han demostrado aún con un 100% de seguridad que la alimentación de la mujer embarazada determina los gustos del bebé. Pero, en cuanto esto ocurre, tenemos otros motivos muy buenos para comer de manera diversificada ya que, comer bien en cuanto se está embarazada será la mejor manera de garantizar el aporte nutritivo adecuado al bebé. Por eso... ¡que aproveche!