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¿A qué edad empiezan las rabietas de los niños?
La paternidad es una experiencia placentera llena de momentos impagables, pero también tiene su parte de dificultades. Hacer frente a las rabietas de los niños es uno de esos problemas que experimentan muchos padres. A menudo, los padres se esfuerzan por comprender y gestionar estos arrebatos emocionales, que pueden resultar confusos y estresantes para los niños. En este artículo veremos a qué edad empiezan las rabietas, cómo manejarlas y cuándo buscar ayuda.
¿A qué edad empiezan las rabietas?
Es posible que haya visto la espectacular rabieta de su hijo en el supermercado o su insistencia en llevar sólo su capa de superhéroe favorita. Las rabietas son una etapa normal del desarrollo infantil y suelen reflejar la dificultad del niño para expresar y controlar sus emociones. Las rabietas suelen empezar entre el año y los dos años, aunque esto puede variar de un niño a otro.
Alrededor de su primer cumpleaños, los niños empiezan a tener una sensación de libertad y autonomía. Su lenguaje es inadecuado, lo que les impide comunicar sus elecciones y su deseo de aprender más sobre el mundo. Esta irritación puede desembocar fácilmente en rabietas. A los 2 años, cuando las necesidades del niño chocan constantemente con las limitaciones impuestas por sus cuidadores, las rabietas pueden hacerse más frecuentes e intensas.
◉ Cómo afrontar las rabietas de los niños
Hacer frente a las rabietas requiere paciencia, comprensión y estrategias eficaces que le ayuden tanto a usted como a su hijo a superar estos difíciles momentos. He aquí algunos consejos a tener en cuenta:
◉ Mantener la calma
Por muy emocionalmente agotadoras que puedan ser las rabietas de tu hijo, es fundamental que mantengas la compostura. Mantener la compostura puede ayudar a los niños a regular mejor sus emociones, ya que a menudo observan a sus cuidadores en busca de señales emocionales.
◉ Valide sus emociones
Haz saber a tu hijo que reconoces y respetas sus emociones. Utilice expresiones como "veo que estás enfadado" o "sé que estás frustrado", pero sepa también cuándo decir que no. Al confirmar sus sentimientos, puedes hacer que se sienta escuchado y disminuir potencialmente la ferocidad de su enfado.
◉ Ofrece opciones
Dar a su hijo la sensación de que puede elegir le ayudará a frenar las rabietas. Proporcionarle un número reducido de opciones para que pueda elegir dentro de unos límites aceptables. Por ejemplo, pregúntale si prefiere ponerse la camiseta azul o la roja.
◉ Utilice distracciones
Dirija la atención de su hijo en otra dirección. Un entorno o una actividad nueva pueden ayudar a desviar su atención de la fuente de su malestar.
◉ Cree rutinas
Los niños pueden sentirse seguros gracias a la previsibilidad y la rutina. Saber a qué atenerse puede aliviar la ansiedad y, posiblemente, evitar las rabietas.
Cuándo buscar ayuda
Aunque las rabietas son una etapa común del crecimiento, hay momentos en los que puede ser necesario buscar ayuda especializada. Presta atención a los indicadores de alerta que se enumeran a continuación:
◉ Frecuencia e intensidad extremas
Si las rabietas de un niño se producen con frecuencia y parecen empeorar, puede ser un signo de problemas emocionales o de desarrollo subyacentes.
◉ Comportamiento violento
Buscar ayuda es fundamental si tu hijo muestra agresividad física durante sus arrebatos hacia los demás o hacia sí mismo.
◉ Regresión
Si su hijo empieza a comportarse de un modo que en otro tiempo superó, puede que haya llegado el momento de buscar ayuda.
◉ Aislamiento social
Una evaluación profesional puede ser útil si las rabietas provocan retraimiento social o aislamiento.
◉ Impacto en las rutinas diarias
Pida consejo a un profesional sanitario si las rabietas impiden con frecuencia que el niño participe en actividades habituales o en interacciones sociales.
Las rabietas forman parte del aprendizaje del control de las emociones
Incluso a los padres más experimentados puede resultarles difícil enfrentarse a las rabietas de sus hijos, que son una parte habitual del crecimiento y del aprendizaje del control de sus emociones. Puedes manejar estas situaciones difíciles con gracia y empatía empleando estrategias como mantener la compostura, validar los sentimientos y fomentar el diálogo. Pedir ayuda nunca es un signo de fracaso, ya que es una medida proactiva para garantizar el bienestar y el crecimiento saludable de tu hijo. Las herramientas más eficaces que tienes para gestionar la etapa de las rabietas son la tolerancia, la comprensión y el amor.